La penúltima

Tras examinar a un paciente que es un alcohólico crónico el médico le dice:

-No encuentro la razón concreta de sus dolores de estómago, pero, francamente, creo que se debe a la bebida.

-Bueno, pues nada; entonces volveré cuando esté usted sobrio.

El marido llega a casa al amanecer borracho perdido y con manchas de carmín en la camisa. La mujer, toda alterada, que le espera en la puerta...

-Supongo que sabrás darme una buena razón de por qué llegas a estas horas…

-Sí, el desayuno.

El mismo borracho que llega otro día a las seis de la mañana a su casa. Y la esposa con la consiguiente regañina:

-¡Mira cómo vienes! ¡Estás hecho un asco! ¡No he dormido nada esperándote!

-¿Y tú que te crees que yo he dormido mucho o qué?

Este era un señor que tomaba por costumbre llegar a su casa borrachísimo. Su mujer, ya harta, le tiende una trampa: se disfraza de satanás y se esconde detrás de un sillón para asustarle. En cuanto se sienta la señora empieza a darle gritos, pero él, sin inmutarse, le responde:

-A mi tú no me asustas; estoy casado con tu hermana.

Un recién casado se va con los amigotes de copas. El chaval le promete a su esposa, a pies juntillas, que estará de regreso antes de la medianoche, pero, como suele pasar en estos casos, la fiesta se va de las manos, el tío se agarra un melocotón tremendo y le dan las tres de la madrugada entrando por la puerta de casa. Justo en ese momento en el reloj suenan tres campanadas y el muchacho, temiendo que su mujer se despierte, imita los “dang, dang” nueve veces más, para que piense que son todavía las doce de la noche.

-Oyes, me ha salido que te cagas; seguro que ni se ha enterado y sigue durmiendo.

A la mañana siguiente la chica le pregunta que a qué hora llegó. El le responde, muy convencido:

-A medianoche, mi amor.

-Ya, ya. Oye Juan, creo que vamos a tener que comprar otro reloj.

-¿Y eso por qué?

-Si, es que el que tenemos está estropeado.

-¡Pero si da la hora perfectamente!

-Y tanto. Anoche dio tres campanadas, hizo una pausa, dio otras cuatro, se aclaró la voz con un carraspeo, dio tres más, se tiró un pedo, dio las dos últimas y se descojonó de risa.

Llega un borracho a la consulta y el médico intenta demostrarle que tomar alcohol es malo. Para ello recurre a una lombriz. Primero la introduce en un recipiente con agua, la saca y no pasa nada. Luego la mete en un vaso con vino y el bichito muere a los pocos segundos.

-¿Ha visto lo que les sucede a los que beben mucho?

-Sí, doctor. Es una suerte tremenda. Nunca tendremos lombrices…

El camarero que echa a un borracho porque ya es la hora de cerrar. El hombre se levanta de la silla y se cae al suelo como una manta mojada. Se arrastra hasta la ventana para tomar un poco de aire, intenta levantarse de nuevo, pero se va de morros otra vez, golpeándose ahora las narices contra el bordillo. Viendo que no podía caminar siguió arrastrándose hasta llegar a su casa. Consigue alcanzar la cama y queda felizmente dormido.

A la mañana siguiente le despiertan los gritos de su esposa:

-¡Sinvergüenza, has vuelto a beber otra vez!

-No, no, para nada. Yo ya no bebo.

-¡No lo niegues, cobarde! Si han llamado esta mañana temprano del bar para decirme que olvidaste allí la silla de ruedas…