La fiesta que Lena se niega a celebrar

Lena es territorio festivo. A las dos grandes celebraciones del año en el Concejo, como son Les Feries del Rosario y La Flor (en un orden de prioridad en el que no hay un criterio unánime entre la población) se suman otros encuentros populares, como Pascua, en Campomanes, El Corderu, en el Prau Llagüezos, o cada una de las múltiples romerías que se suceden en los pueblos desde la primavera hasta entrado el otoño.

Pero hay una fiesta que pasa sin pena ni gloria cada 11 de noviembre, aun cuando se trata de la que evoca al patrón de la capital del Municipio, La Pola, que además está presente en el altar de la Iglesia Parroquial: San Martín de Tours. Sin caer en una irreverencia se podría decir que el francés no es santo de devoción de los lenenses.

Así es desde 1810, porque con anterioridad sí se le veneraba. En aquella fecha, casi al final de la fracasada invasión napoleónica de España, las tropas galas se habían hecho con el dominio de Lena y los mandos ordenaron que se sacara en procesión al santo, nacido en Panonia (actual Hungría) en el siglo IV y fallecido en Candes (Francia). Sobre lo que ocurrió aquel día se han transmitido diferentes versiones, pero de lo que sí hay constancia fue de la negativa de los vecinos a participar en la ceremonia de culto a la imagen de un símbolo católico de los invasores y que las represalias por tal acción acabaron con un baño de sangre que costó la vida a muchas personas queridas y apreciadas en La Pola.

Con la retirada del ejército de Napoleón Bonaparte quedaría el resentimiento hacia un santo que si bien no tuvo culpa alguna, se vio como el detonante de unos hechos tan cruentos, por lo que cualquier pleitesía se borró del calendario. Nunca más.