Es lo que hay, porque no hay más

Hemos recibido la llamada de un técnico de una productora extremeña a la que el Ministerio de Transportes ha encargado elaborar un “podcast” (traducido al castellano, algo así como una grabación) en la que se invita a los lenenses a dar su opinión sobre la repercusión de la Variante Ferroviaria del Pajares en el Municipio. Obvia decir que lo que se persigue con ese trabajo es una propaganda directa para dicho organismo oficial, a través de los testimonios de los ciudadanos, a los que, allá desde la distancia, suponen tan contentos como satisfechos por la entrada en funcionamiento de la doble vía de Alta Velocidad tras dos décadas de larga espera. Sin embargo, aunque el deseo hubiera sido dar una visión positiva, la más estricta objetividad lleva a la conclusión de que el único avance se ha traducido en que hoy es posible llegar a Madrid en poco más de tres horas y media. Eso sí, con la condición de que por lo general haya que subirse a los trenes en Mieres u Oviedo, ya que las paradas en La Pola por el momento no permiten ir a la capital de España en horario matinal.

En la distendida conversación telefónica mantenida con el referido industrial audiovisual desde este periódico se le trasladaba que no existen motivos para una felicidad desbordada, ni mucho menos, cuando hemos sufrido tantos años de polvaredas, barrizales, ruidos y destrozos en caminos vecinales y edificaciones. Basta con comparar fotos antiguas de Campomanes y del Valle del Güerna para apreciar un tajo medioambiental que ha sustituido el verde que capitalizaba sus paisajes por el gris del hormigón.

Durante lustros nos han vendido los beneficios de una conexión por ferrocarril que traería turismo y la consiguiente riqueza económica. Pero la realidad sigue enseñando tres hoteles a la venta en el Concejo, junto con un núcleo rural, el de Valle (Zurea), abandonado y varias propiedades que también podrían servir como alojamiento turístico (el chalet de “Villa Adelina”, por ejemplo) que siguen sin encontrar comprador, mientras que los precios de pisos y viviendas han caído a mínimos históricos.

Los AVE pasan de largo, al igual que ocurrió con el inaugural, hacia otros destinos que tienen una oferta cultural y de ocio más atractiva que la que puede ofrecer Lena en la actualidad, con la ermita de Santa Cristina, la estación de esquí de Valgrande y el parque natural de Las Ubiñas como elementos de mayor interés.

Seguimos aguardando por aquella prometida, y comprometida, estación modernista, que se supone que algún día de este siglo reemplazará al centenario edificio, sin ninguna comodidad, que ahora recibe a los usuarios de ese medio de transporte. Y también por ese ascensor tan panorámico, cuyo mantenimiento tendrá que sufragar el Ayuntamiento (o sea, los propios lenenses), aunque los réditos por la venta de billetes se lo lleven las compañías ferroviarias, consecuencia de otra gestión nefasta, una más, de la alcaldesa, Genma Alvarez Delgado, que firmó un acuerdo que ninguna autoridad con un mínimo de criterio municipalista hubiera rubricado.

Sí, es verdad, los ríos lenenses bajan con más caudal (si se quiere ver como ventaja, aunque sin nuevas centrales hidroeléctricas que exploten la fuerza de sus corrientes), porque los túneles que perforan la Cordillera Cantábrica son a la par canales para un trasvase torrencial de aguas desde la Meseta, que ha dejado secos y esquilmados los montes leoneses que limitan con Asturias.

Señores del Gobierno, lo sentimos mucho, claro que lo sentimos, cómo no lo vamos a sentir, pero no tenemos motivos para estar alegres. Avelino Llera (Director de LA VOZ DE LENA)